CONFIGURADOS A CRISTO


El teólogo Dietrich Bonhoeffer señala que todo creyente es configurado a la imagen de Cristo (2 Co 3.18). Pero es pertinente preguntarse: si somos configurados a la imagen de Cristo, ¿cuál es esa figura que Cristo ha tomado?

Dios no se transformó en una idea, un principio, un programa, una ley ni algo universalmente válido. Dios se hizo hombre. Semana Santa parece ser el momento ideal para reconocer claramente la figura que Cristo ha tomado: la del encarnado, del crucificado y del resucitado.

Ser configurado al encarnado significa ser el hombre o la mujer que en realidad se es. Apariencia, hipocresía, violencia, ser algo distinto, incluso algo mejor o ideal de lo que se es, todo queda aquí eliminado. Dios ama al hombre real, pues Dios se hizo hombre real.

Ser configurado al crucificado significa ser juzgado, llevar humildemente en cuerpo y alma las cicatrices del pecado. Se puede excusar el pecado de los demás, pero jamás el propio.

Ser configurado al resucitado significa ser hombre y mujer nuevo ante Dios, vivir en medio de la muerte, ser nuevo en medio de lo viejo. Vivir porque Cristo vive, sin poner empeño en distinguirse de los demás, sino sólo en reflejar a Cristo a los demás.

Bonhoeffer nos dirá que podemos ser como Cristo fue, porque él fue como nosotros somos. Ser portadores de la imagen de Cristo es ser hombre real como Cristo, quien vivió entre la gente, llevó esperanza, sanidad, libertad, amor y reconciliación.

Ser configurado a Cristo significa reflejar el amor de Dios al mundo.

*Reflexión inspirada en las ideas de D. Bonhoeffer en su libro "Ética"

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