SUELTA EL CONTROL


Si algo nos ha recordado la pandemia es nuestra nula capacidad por tener el control de las situaciones que nos rodean. Sin embargo, es algo que olvidamos con demasiada frecuencia, tanto así que seguramente muchos guardamos la esperanza de “retomar” el control de nuestras vidas durante este nuevo año.

Muchas son las prácticas dentro de nuestra espiritualidad que nos llevan a tener una mentalidad controladora. Hemos llegado a creer que hay muchas certezas y garantías en nuestra fe que nos permitirán ir de acuerdo a lo planeado, bajo nuestro control. Es así que basados en algunos versículos sueltos hemos llegado a creer que esta pandemia no nos afectará (Sal 91.6), o que es parte de un plan supremo de Dios para beneficio personal (Ro 8.28). Otros han adoptado la creencia de que basta con decretar algo para que ello ocurra en sus vidas, o que si buscan a Dios de todo corazón con oración y ayuno podrán torcerle la mano a Dios para que se haga nuestra voluntad.

El problema es que estas certezas no son tales, y no porque yo lo diga, sino porque el conocimiento empírico así lo demuestra. ¿De dónde provienen entonces estas certezas? De una mala interpretación bíblica y/o de ideas que nada tienen de bíblicas ni cristianas. Entonces, ¿por qué nos gusta aferrarnos tanto a ellas? Dentro de todas las posibilidades, quisiera mencionar una: nuestro deseo por tener todo bajo control.

Y es que incluso cuando la realidad nos dice una y otra vez que no tenemos el control, nos aferramos a estas y otras creencias, y nos creamos una serie de argumentos y explicaciones sobre el obrar de Dios con el único fin de sentir que a pesar de no poder hacer algo al respecto, seguimos teniendo el control, pues al menos somos capaces de entender a cabalidad lo que evidentemente escapa a nuestra limitada comprensión.

En otras palabras, estas creencias y todos nuestros posibles argumentos (incluso negar la realidad basados en teorías conspirativas) nos dan la sensación de tener algo de control, ya que en última instancia somos capaces de entender y explicar lo que pasa. Pero reitero, nada más alejado de la realidad.

Por eso mi invitación en este nuevo año es a que soltemos el control. Dejemos de desgastarnos por tener una explicación a todo lo que nos rodea. De una vez por todas aceptemos que es más lo que no podemos explicar, no podemos acceder y no podemos controlar. Sí seamos responsables de aquello que podemos hacer y está a nuestro alcance, y abandonémonos en los brazos del Señor genuinamente.

Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas.

Proverbios 3.5-6a

Comentarios

Entradas populares