FUNDAMENTALISMO RELIGIOSO
Al hablar de Fundamentalismo probablemente vienen a nuestra mente imágenes de atentados por grupos religiosos extremistas. Hace ya un tiempo el Fundamentalismo ha ido tomando fuerza incluso dentro del cristianismo, y si bien no es algo estrictamente religioso, quisiera compartir algunos conceptos al respecto.
El Fundamentalismo es
aquella actitud mental que afirma sostener y defender los “fundamentos” de una
determinada creencia (religiosa, política, etc.), los cuales son
incuestionables. Esta defensa suele hacerse de manera casi fanática, cerrada a
todo diálogo, recurriendo muchas veces a la violencia con tal de no sólo
defender su postura, sino de imponerla.
Con respecto al
Fundamentalismo Religioso, específicamente dentro del cristianismo observamos
a grupos que tienen una particular relación con el texto sagrado. Señalan
abiertamente a la Biblia como la autoridad exclusiva, la Palabra de Dios en el
sentido más estricto del término, la que carece de cualquier tipo de error,
siquiera en materia de historia y ciencia. Sin embargo, al observar sus
discursos y prácticas queda de manifiesto que dichas afirmaciones pretenden
esconder sus verdaderas intenciones, la instrumentalización de las Sagradas
Escrituras con fines específicos.
Observemos algunos puntos sobre
el uso de la Biblia por parte del Fundamentalismo:
1.
El fundamentalista no parte de la Biblia. Alguno tal vez se preguntó
qué tiene de malo considerar la Biblia como una autoridad, la Palabra de Dios. Pero
la verdad es que para el fundamentalista la Biblia no es el origen verdadero de
sus creencias. En realidad no parte de la Biblia, sino de una idea previa que
tiene acerca de ella.
2.
Interpreta textos bíblicos utilizando otros textos bíblicos. El problema de
fondo en este punto es que los textos utilizados ya han sido interpretados
previamente según la norma enseñada por alguna autoridad y no por la Biblia misma.
Dicha interpretación es la única válida e incuestionable. Nuevamente, no se
basa en la Biblia sino en su propia idea acerca del texto y su mundo. En
realidad no le importa la Biblia, pues no es capaz de utilizar todos los textos
bíblicos, sino sólo aquellos que sustenten sus propias ideas.
3.
Es eminentemente doctrinal en su fundamento. El fundamentalista está tan
seguro de poseer la verdad bíblica que es incapaz de recibir análisis y estudios
críticos sobre la Biblia. Maneja a la perfección unos pocos versículos que son
la base de su creencia, pero abandona el resto de las Sagradas Escrituras. En
su lectura ignora todo contexto textual, histórico, cultural, y todo el proceso
de constitución de la Biblia, saltando del texto al presente como si lo que lee
fue escrito recién exclusivamente para él.
En conclusión, el
Fundamentalismo es un biblicismo a ultranza, pero excluyente al no considerar con la misma importancia todos los textos. Dice tener una lectura literal,
pero sólo con aquellos pasajes que le favorecen. En realidad no aprecia el
texto, pues no le interesa profundizar en él, en su origen, en un estudio
crítico que le permita una mayor comprensión. Califica el estudio
exegético-crítico de la Biblia de racionalista, modernista, humanista, impío y
dañino para la fe. ¿Cuál es entonces su interés de fondo? Frecuentemente esta
posición doctrinaria es una ideología que busca defender en nombre del Dios de
la Biblia ciertos valores conservadores (sociales, económicos, políticos,
morales, etc.) ante los cuestionamientos de aquellos con espíritu crítico. Por
lo mismo exige una fe ciega, sin autocrítica, cerrada a todo diálogo, y en
algunos casos dispuesta a utilizar la violencia de ser necesaria.
Hay mucho más en lo que
podríamos ahondar. Pero mi intensión no es comenzar una caza de fundamentalistas, ni
pretender su conversión. Quisiera invitarlos a iniciar un diálogo, a estar
atentos a las señales de los tiempos, a los desafíos que estos grupos
representan para nuestra fe, y a interiorizarnos día a día más en los textos
bíblicos, de manera informada y crítica, respetando y apreciando la Biblia
hasta su más profunda riqueza, teniendo siempre presente que nuestra fe es en
Cristo, no en la Biblia.
*
Fuente principal del contenido compartido: “La Biblia sin mitos” de Eduardo
Arens
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