OJALÁ

Ojalá la vida fuera tan simple como la hemos pintado, donde nos aferramos convencidos a ciertas creencias, y desde ellas nos construimos fortalezas para dictar sentencia.

Ojalá fuera tan sencillo distinguir lo correcto de lo incorrecto, lo bueno de lo malo, lo sano de lo enfermo, el cielo del infierno.

Pero, ¿qué pasa cuando seres tan complejos en su composición psico-social y espiritual construyen visiones excesivamente simplistas? Esto es bueno, eso es malo; esto es bonito, eso es feo; esto está bien, eso no.

Hoy mi hijo me preguntó por qué hay personas que roban. No lo niego, tuve la tentación de ofrecer una respuesta simplista: Porque son malos. Gracias a Dios no lo hice, y sólo atiné a decirle a un pequeños de cuatro años que no necesariamente por robar se es mala persona, que hay muchos que lo hacen porque es el único camino que les mostraron, es como les enseñaron a vivir. No pretendo justificar el acto, sino enseñar a mi hijo que antes de juzgar al otro, hay demasiadas variantes a considerar y que, a diferencia del juicio, considerarlas sí nos puede acercar los unos con los otros.

Pero si el comportamiento humano es tan complejo, donde en cada decisión influyen un sinnúmero de estímulos, motivaciones, valores, creencias, etc., ¿por qué solemos simplificar las conductas? ¿Será porque de esa forma podemos apresurarnos a hacer un juicio de valor? Sin duda que la condena fluye más rápido cuando no consideramos las complejidades de la vida, y sólo nos refugiamos en ideas simplistas de lo que está bien y lo que no.

Ojalá la Iglesia se levantara en medio de este sistema de fácil juicio para ofrecer un espacio de encuentro, de acogida, de diálogo. Un lugar donde no se imponga un molde a todo el que llegue, mismo molde que nos hemos construido basados en nuestra limitada comprensión de la fe.

Ojalá la Iglesia abandonara sus juicios y prejuicios, pudiendo amar, abrazar, recibir y acoger al diferente e indigno, tal como el Señor hace con nosotros.

Ojalá pudiéramos ser como el Maestro que al ser tentado con preguntas, no caía en respuestas ni juicios simplistas, sino que daba una mirada más profunda ofreciendo alternativas reales y esperanzadoras para el camino y el proceso que enfrentamos diariamente (cf. Jn 8.5-7; Mt 22.17-21; Jn 9.2-3).

Ojalá tengamos siempre presente nuestra limitada comprensión, que ahora sólo vemos parcialmente (1 Co 13.12), que la manera de pensar de Dios es infinitamente superior a la nuestra (Is 55.8-9), que nuestra fe aún está en progreso y sólo será perfeccionada cuando el objeto de nuestra fe vuelva por nosotros (Fil 1.6).

Respetemos y valoremos la diversidad, no confundiendo unidad con uniformidad (1 Co 12.19-20). Abandonemos las posiciones de soberbia, de creer tener la verdad absoluta juzgando a quienes no la tienen (Ro 14.4). Demos espacio al encuentro y al diálogo de ideas, escuchemos más de lo que hablamos (Stgo 1.19). Alejémonos del fanatismo irracional que nos hace alzarnos como jueces listos para dictar sentencia a quienes no piensen como nosotros (Ro 14.13).

Ojalá tengamos siempre presente que las visiones simplistas nos alejan de toda realidad, incluidas las propias. Ojalá ahondemos en las diversas realidades e historias de cada persona para encontrarnos, conocernos, entendernos y amarnos unos a otros (Jn 13.34-35).

“Por eso no tienes disculpa, tú que juzgas a otros, no importa quién seas. Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos.” Romanos 2.1



 

Comentarios

  1. Buenisimo, muy cierto!! Muy buena reflexion!!

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    1. Gracias. El desafío para avanzar en el tema nos corresponde a todos. Así que bienvenido/a.
      Saludos

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