ERES UNA PERSONA DE ÉXITO


“Dios tiene cosas grandes para tu vida” me dijo el predicador invitado. “Dios tiene un propósito para ti, Él te llevará a lugares que no imaginas, Él cumplirá su plan y te pondrá en lugares importantes.” Luego, me miró profundamente a los ojos, y me dijo: “Eres una persona de éxito.”

No pocos cristianos suelen jactarse de tener un Dios Todopoderoso que aplicará todo su poderío en hacer de sus fieles personas exitosas, que irán “de prueba en prueba, victoria tras victoria”, destruyendo a sus enemigos, conquistando naciones, etcétera, etcétera. Suena tan atractivo que quienes reciben estas promesas se entregan a ellas sin dudar, pues son palabras entregadas por “hombres de Dios.”

Tristemente, a pesar de haber abrazado dichas promesas, resulta que nuestras vidas distan mucho de esa realidad. Y lo que es peor, esas mismas promesas que nos llenaban de alegría y esperanza se transforman en una carga imposible de llevar, dando paso a la duda o a la condenación, pues o Dios miente y no cumple sus promesas, o algo hemos hecho mal para no merecerlas.

Entonces, ¿tiene Dios cosas grandes para nosotros? Indudablemente. Sin embargo, para entenderlo debemos considerar una tercera opción, y es que la grandeza de Dios difiere de lo que nos han hecho creer. Al observar el evangelio de Cristo, se nos muestra un Dios que en esencia no promueve ese exitismo que tan popular es entre varios predicadores, pues Su idea de grandeza es completamente diferente a la nuestra (Is 55.8-9). Las cosas grandes que el Dios del evangelio nos promete consisten esencialmente en renuncia (Lc 14.33), servicio (Mt 23.11) y muerte (Lc 9.24). El que quiere ser el mayor, debe ser como el más pequeño; es más importante servir que ser servido; el que quiere ganar su vida debe perderla. Estas ideas que parecen tan contrarias al éxito son en realidad el camino del evangelio para obtener no sólo cosas grandes para nuestras vidas, sino lo más grande a lo que el ser humano puede optar: conocer a nuestro Dios y Señor (Jn 17.2-3). Ese, al final del día, es el éxito que sí nos promete nuestro Señor Jesucristo.

Tener un Dios al servicio de nuestros deseos de grandeza, exitismo y triunfalismo es sin duda un Dios diseñado a nuestra medida, pero no a la medida del evangelio. El Dios del evangelio no ofrece un camino exento de problemas, pero sí su compañía a lo largo de éste (Mt 28.20b). Un Dios que aparece no en la victoria exitista, sino en la renuncia y muerte a los pies de la cruz.

Es a la cruz hacia dónde camina nuestro Señor, y es a la cruz donde él nos invita diciendo: “Ven y sígueme.” Es en la cruz, en la renuncia, en la entrega, en la muerte donde encontramos las cosas grandes para nuestras vidas, que sí son grandes, pero no en los criterios humanos. La grandeza de Jesucristo no radica en aniquilar a sus enemigos con poder y gloria, sino en entregar su vida y perdón incluso por aquellos que no saben lo que hacen.

Sólo al entender su esencia, podemos experimentar realmente la grandeza y la victoria que el evangelio nos ofrece. Una victoria que conlleva renuncia y muerte, pues sólo al hacernos semejantes en su muerte podemos experimentar la resurrección de Jesucristo (Fil 3.10-11).


“¿Quieres pedir para ti algo extraordinario? Pues no lo pidas” Jeremías 45.5

Comentarios

  1. Hermosa reflexión, porque nos aclara cuál es el verdadero evangelio, el que dice: tome su cruz y sígame, y este es el evangelio que muchos pastores ( NO TODOS)no han predicado, sino el evangelio del bienestar, del confort, del éxito, y al final del día ese evangelio sólo ha traído a las ovejas, frustración, apremios, desencantos, intranquilidad, ofuscación, me gustó mucho lo que nos reflexionas, gracias querido Esteban , seas muy bendecido De Dios.

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    1. Difícil luchar contra la tentación de ofrecer un camino fácil, que suena atractivo y garantiza más seguidores detrás de la multiplicación del pan. Por eso no podemos dejar de mirar al Maestro y su camino de renuncia, servicio, entrega, y muerte. El camino a la cruz.
      Saludos y gracias por querer compartir.

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  2. PERSONALMENTE DESPUES DE TANTOS AÑOS EN EL EVANGELIO , ME QUEDA ESA SENSACIÓN DE QUE TODOS ESOS MAESTROS DE LA PALABRA SOLO REPETÍAN UNA Y MIL VECES LOS MISMOS MENSAJES DEJANDONOS SIEMPRE UN VACÍO ..
    NUNCA ME CONFORME ...
    UN EVANGELIO NATURAL NO SE CONDICE CON UN DIOS TAN SOBRE NATURAL««»///

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    1. Lo bueno es que nunca es tarde para encontrarse con el Dios de Jesús, el Dios del evangelio.

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  3. Un "GRAN" predicador ( que yo nunca había escuchado o visto) cuando era adolescente me dijo "serás una mujer de éxito". Por mucho tiempo no me sentí exitosa en ninguna de mis áreas, no complete mis estudios, no era la más brillante en mis clases,estuve buscando un trabajo"exitoso" el cuál nunca encontré. Siempre busqué ese "éxito" del cual me profetizaron,sin encontrar mucho más. Creí que Dios me había desechado por no ser suficiente "buena" en sus camino. Una mentira que me saco del foco real que es Jesucristo. El éxito no se mide en títulos, ni riqueza, ni en círculos sociales, ni fama, ni seguidores en redes sociales. Comprendí que el verdadero éxito es el camino junto al maestro, en el presente.

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    1. Mientras nos esforzamos por perseguir los logros y éxitos que nos han enseñado, Dios nos invita a abrazar nuestras debilidades para que su poder sea perfeccionado.

      "Para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles." 1 Co 1.27

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